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Regreso a Bumthang

Mongar, Bumthamg

Un trayecto infernal

Si mi segundo viaje a Bhutan destacó por algo, fue porque todo el país de oeste a este sus carreteras estaban en construcción. Realmente fue una odisea.

Fui la primera en aparecer por el salón de desayunos. Como no había nadie me fui a la terraza para volver a ver el espectáculo de nubes y tenía claro donde volvería a desayunar.

La noche anterior estuvimos hablando si continuar viajando más hacia el este, tenía mucho interés en conocer Trashiyangtse y Trashigang, pero la carretera estaba toda en obras, teníamos que deshacer lo recorrido y todo lo que llevábamos hecho desde Thimphu hasta Mongar (para que se entienda bien, cruzar todo el país con las carreteras en obras). Tomamos la decisión de volver.

 

Mongar, Bumthang
Mongar

Comenzamos nuestro trayecto de 198 km, teníamos que llegar a Bumthang. La primera parada la hicimos otra vez en casa de la hermana de Dorji, solo para recoger unas cosas. La siguiente parada fue a la fuerza.

Dawa iba condiciendo, de pronto aparece un hombre corriendo por la carretera y nos dice que demos marcha atrás, ¡explosión!, ¡explosión!. Me comentan que han puesto dinamita para continuar las obras y que está a punto de estallar.

Yo flipaba, veía la carretera estrecha y todos los coches y camiones que había detrás de nosotros y que también tenían que dar marcha atrás. Nadie se altera pero todos retroceden como pueden al igual que nosotros, al poco tiempo se oye la detonación y ahora tocaba esperar a que despejasen el camino de las piedras que habían caído. Yo pensaba que era más fácil poner un hombre a cada lado de la carretera y parar la circulación mientras hubiese peligro. Pero no sería la primera ni última vez viéndonos en una situación como esa.

Mongar, Bumthang
Dawa y Dorji

Hicimos otra parada para ver una cascada de agua y observar como de pronto las nubes nos abordaban. El almuerzo lo hicimos en Sangor, ¡y cómo no! yo me volví a pedir esa magnífica sopa de fideos que tanto me gustaba.

Dejamos atrás el maravilloso valle de Ura, el paso de Thrumshing La y otra vez sin la posibilidad de ver las montañas, bueno no se veía a más de 50 metros. Hicimos otra parada para ver como unos campesinos labraban la tierra con el arado y ganado, mientras su hijo pequeño era cuidado cerca de una choza por otras personas. Sus caras estaban marcadas por el sol y frío de la montaña les hacían parecer más mayores de lo que eran, sus dientes rojos por masticar el betel, pero tuvieron la amabilidad de conversar unos minutos con nosotros.

Mongar, Bumthang
Restaurante en Sangor

Llegamos a tiempo a Bumthang.  Quería sin falta volver a visitar el templo Jampey Lhakhang, estuve en el 2011 cuando se celebraron los festivales de máscaras. Tenía muchas ganas de contemplar sus pinturas y la devoción de la gente, pero esta vez tranquilamente.

Me encontré en el patio central muchos ancianos sentados alrededor de un árbol y los monjes les estaban dando de comer. Reconocí enseguida a los dos hombres mayores que había visto unos días atrás, descalzos, andando por las calles con una taza de plástico en sus manos.Es una de las labores que la mayoría de los templos hacen, dar de comer al necesitado.

Se cree que el Jampey Lhakhang fue construido en el año 659 por el rey tibetano Songtsen Gampo el mismo día que el templo de Paro “Kyichu Lhagkhang”, para someter un demonio. El templo fue visitado por Guru Rinpoche durante su visita a Bumthang.

Mongar. Bumthang
Rezando

Ha sido restaurado en varias ocasiones y un tejado de oro fue construido en el tiempo por varios gobernadores de Trongsa. Dentro del templo hay 3 escalones que representan las edades; el primero significa el pasado, la edad histórica de Buda, este escalón se ha metido en la tierra y está cubierto por un tablón de madera, el segundo representa el presente, el tercero representa una nueva era o el futuro. Se cree que cuando el escalón que representa el presente esté a ras del suelo, los dioses se convertirán en humanos y el mundo llegará a su fin. La figura central en el antiguo santuario central es Jampa, el Buda del futuro. Merece mucho la pena tomarse un tiempo y contemplar sus pinturas.

Era conmovedor ver a personas mayores dando vueltas y vueltas alrededor del templo en sentido de las agujas del reloj, de vez en cuando se paraban para arrodillarse o tumbarse en el suelo.

Terminada la visita, nos fuimos al hotel Kaila para hacer el check in, Dorji y Dawa se quedaron a descansar, pero a mí me faltó tiempo para salir carretera abajo e irme a Bumthang, era solo unos 10 o 15 minutos caminando. Estaba sola y a mi aire, cosa difícil en Bhutan. Comenzó a anochecer y tome la decisión de volver al hotel, me preocupaba un poco los perros que andaban sueltos y más yendo sola, además se acercaba la hora de la cena.

Mongar, Bumthang
Kaila Hotel

No tardamos en irnos a descansar. Comenzó a diluviar y para colmo se fue la electricidad. El personal del hotel nos ofreció unas velas, pero un consejo que doy es que no falte una linterna y pilas en la maleta, pues a pesar de ser un país que vende electricidad a la India ellos tienen mucha carencia de ella.

Al día siguiente nos pusimos temprano en marcha, nos esperaba un trayecto duro, regresábamos desde Bumthang a Punakha, eran unos 212km todo en obras y a veces se hacía desesperante. Hicimos una corta parada en Bumthang porque Dorji tenía que hacer una gestión. Mientras tanto Dawa y yo esperábamos en la calle cuando oímos los ladridos de unos perros, nos giramos y vimos como cuatro perros estaban atacando una vaca, afortunadamente fue solo un susto.

El trayecto comenzó muy bien, llevábamos pocos kilómetros recorridos cuando nos encontramos con un partido de tiro al arco, deporte nacional, jugaban tres equipos y la verdad que es un verdadero espectáculo. La distancia para lanzar las flechas es de 150 metros y cuando uno hace diana se celebra con una especie de canto y danza.

Mongar, Bumthang
Tiro al arco

Continuamos el trayecto hasta Trongsa, allí hicimos otra corta parada, había mercado y eso no me lo quería perder. Pero el tiempo apremiaba, así que de vuelta al coche y continuar.

Tanto he hablado de la carretera en este viaje, sobre todo por sus obras. En este trayecto, sí que nos libramos de una buena. Hubo desprendimientos, cinco minutos antes y nos hubiese cogido de lleno y tal vez hubiésemos acabado en el barranco rezando a algún santo.

Ensanchan la carretera, ponen dinamita, trabajan máquinas las 24 horas, pero a nadie se le ocurre asegurar ciertos tramos por desprendimientos. Lo bueno de aquello fue que la gente comenzó a bajarse de los coches y todos se pusieron a quitar piedras del camino y ayudar, nadie perdía los nervios, pensaba que si eso hubiese sucedido en mi país ya se hubiese denunciado y pedido responsabilidades.

Mongar, Bumthang
Desprendimientos

Ocho hombres se dispusieron apartar una piedra grande, se ayudaban con palos para hacer palanca, todos a la vez, pero no había forma de mover aquello, hasta un monje vino a ayudar. Lo que yo no llegaba a entender, para qué hacían ese esfuerzo tan tremendo porque aunque quitasen esa piedra los vehículos no tenían espacio suficiente para circular y además en medio de la carretera había otra piedra que por los menos quintuplicaba el volumen de la otra. Así que tuvimos que esperar hasta que las máquinas vinieron a retirarlas. A veces me reía, pero no me hacía ninguna gracia cuando veía a Dawa mirar hacía la montaña. Se tiene previsto que para el 2017 las obras estén finalizadas.

Mongar, Bumthang
Vistas desde Hotel Vara

El tiempo se puso desapacible e hicimos parada en el mismo restaurante que a la ida, Rest. Chazan cerca de pueblo Rukubji. Cuando terminamos el almuerzo salimos para fumarnos un cigarrillo a escondidas, está totalmente prohibido fumar en zonas públicas y si puedes evitar que te vean en zonas privadas, mucho mejor, pero a pesar de la prohibición, fuma hasta el gato. Allí sentados estuve viendo como una señora mayor apilaba madera, me sorprendía la resistencia de aquel cuerpo, pensaba la de trabajos duros habría realizado durante su vida y seguramente no había conocido otra cosa.

Tuvimos que ponernos en marcha porque todavía nos quedaba un buen trecho y estaba comenzando a llover, no quería pensar en el barrizal que se formaría en la carretera.

Mongar, Bumthang
Mercado de Trongsa

Cuando llegamos a nuestro destino y me bajé del coche me dolía todo el cuerpo, baches y más baches, creía que tenía todos los huesos fuera de su sitio. Hacíamos noche en Punakha en el Hotel Vara, ya habíamos pernoctado allí y me daba alegría volver, ha sido de los hoteles que más me ha gustado y el dueño el Sr. Kesang Phuntshok una encantadora persona.

Dorji le pidió el favor de ir a comprar tabaco, porque entre él y Dawa se habían dado con todas mis existencias y para comprarlo uno tiene que conocer los sitios, pues el tabaco que entra es de contrabando de la India.

Al final habíamos recorrido 410 km en dos días.

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