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Meseta de Bolaven

Bolaven una fértil meseta

La meseta de Bolaven tiene un clima fresco pero también una cantidad de grupos étnicos como los katus, alaks, suays, tahoys y lavens.

 

Meseta Bolaven
Pakse, monjes haciendo su desfile matutino

De regreso al hotel Pakse. La tarde se me hizo larga pues me había despedido de toda la gente que había conocido en el barco, así que me quedé en la entrada del hotel que tenía unos sillones y unas mesitas para tomar algo refrescante.

La cena fue en la terraza del hotel, que sí merece la pena hacerlo en su restaurante, buena cocina y servicio. Me acuerdo del encargado del restuarante, un señor mayor tailandés, un poco grueso pero con una amabilidad increíble, vivía solo en Pakse, toda su familia estaba en Tailandia, me dijo que él no quería volver a su país. Nos atendió maravillosamente aunque la persona que me acompañaba sacó unos cuantos defectos, pero no se daba cuenta de que estaban desbordados de trabajo y que triplicaban las mesas.

Terminando la cena cual fue mi sorpresa que las suizas estaban hospedadas en el mismo hotel. Vi el cielo abierto, tenía con quien conversar y tomar una copa tranquilamente allí.

Era tarde y nos retiramos pues a la mañana siguiente teníamos una excursión hacía la meseta de Bolaven que se extiende por el noroeste de la provincia de Champasak, muy popular por su clima fresco, sus espectaculares cascadas, tierras fértiles y sus plantaciones de café. Desgraciadamente también fue la zona más bombardeada durante la Segunda Guerra de Indochina. Los franceses dejaron las tierras tras la independencia en 1950.  El control de la meseta era de suma importancia estratégica tanto para EE.UU como para los vietnamitas del norte. Todavía hay una cantidad de artillería sin explotar en la zona. También tienen plantaciones de plátanos, frutas, cardamomo y ratan.

La primera visita fue a una plantación de café, seguidamente nos dirigimos a las cascadas de Tad Fane de unos 120 metros de altura y ubicadas en el espacio natural protegido de Dong Hua Sao, puedes caminar por los senderos para disfrutar del parque, es además hogar para una población de tigres, seguramente la posibilidad de verlos es nula, pero si puedes ver maravillosas y gigantes mariposas, monos y buceros.

Seguimos hacia las cascadas de Tadyuang, hay que caminar y bajar unas escaleras para llegar a ellas, se hace tortuoso el camino por la humedad, pero cuando llegas ves una cascada de unos 40 metros de altura y un gran estanque al que puedes acceder y bañarte, es un poco peligroso porque el camino es resbaladizo. Todo el paraje se merece un paseo tranquilo.

Meseta Bolaven
Nuestro guía Thippakone

De allí seguimos camino hacia el poblado de la etnia katu, ¡qué os puedo decir de ese lugar!, la  pregunta que hice a nuestro guía el Sr. Thippakone fue que si eran pobres y su contestación fue que no, “tienen para comer”, entonces es cuando reflexionas y te preguntas ¿cómo se mide la pobreza?, allí a pesar toda la precariedad, de niños sin zapatos, con agujeros en sus ropas, niños cuidando a sus hermanos menores, mujeres fumando en pipas de bambú sentadas en el suelo o tejiendo, tomando su baño en la única fuente que hay, parece que el tiempo se ha detenido.

Me sentía en cierto modo mal por nuestro inconformismo consumista, pero no olvido esas boquitas pequeñas y bien marcadas, esos ojos negros grandes, esa niña que seguramente no tendría más de 12 años que estaba aventando el arroz para cocinarlo rodeada de cerditos y gallinas, la pequeña que se lavaba sola sin ayuda de sus padres, o la niña que venía de trabajar del campo fumando una pipa de bambú con agua de azúcar por la que se filtra el humo, o esa mujer joven que le daba vergüenza hablar con nosotros cuidando una prole de niños tanto suyos como de su familia, le pregunté si podía fotografiarla y me dio permiso, le prometí que se las enviaría y así lo hice. Espero que se las hayan entregado.

De nuevo me llamó la atención que a pesar de todo el poblado estaba limpio, no había basura acumulada en ningún lugar y también sus antenas parabólicas.

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